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jueves, 2 de julio de 2009

CUENTO DE TERROR: "La bola negra"
Por alumno de 15 años
LA BOLA NEGRA, es un relato escrito por un alumno de 3º de ESO de un cole de Granada.
La Delegación de Cultura y Patrimonio, a traves de las Bibliotecas Municipales, ha celebrado los 200 años del nacimiento del escritor norteamericano Edgar Allan Poe, maestro de los relatos de terror. Para ello se ha realizado un Concurso de relatos de terror, y el primer premio ha sido este alumno del cole PADRE MANJÓN de Tájar - Granada
Berlín, Alemania. 16:38 del 8 de Octubre.

Allen llegaba a su casa cansado tras haber tenido el peor día del trimestre. Sólo esperaba no encontrarse a sus padres en casa para que no le pudieran preguntar “¿Qué tal te ha ido el colegio, hijo?” , no quería que supieran lo de su suspenso en Ciencias. Tuvo suerte y aunque resultase raro, no había nadie en la casa.

Subió a su cuarto nervioso, sin saber porqué; sus padres no estaban y no les tendría que decir su día de instituto. Al mismo tiempo que abría la puerta de su dormitorio el escalofrío le recorría la espalda.

Aún sin entenderlo, quedó confuso al ver la enorme bola estacionada en su habitación. La esfera negra comenzó a cantar una nana, un himno quizás, lo desconocía. Una canción cantada en otro idioma, el cual paró de sonar cuando en la bola aparecían al aclararse unos dígitos que pronto se convirtieron en la siguiente frase:

“N0 T3 QU3J3S, T3 V0Y A DAR 0TRA 0P0RTUNIDAD.
3ST0 3S LO QU3 T3 QUEDA:

- 00:30:00

– S1 NO M3 HAC3S 3L 3NCARGO N0 T3 SALV0 3L CULO, ¿L0 PíLLAS?”

No entendió lo que la bola decía. De pronto apareció en una calle paralela a la suya frente al bar del barrio y el cine de verano. No había nadie. Comenzó a andar, sudoroso, temblando, con miedo. De pronto se encontró junto al paso de cebra.

Al lado de la bola negra que ahora marcaba: – 00:25:17 –

Al otro lado de la carretera vio a un chico con su mismo uniforme de instituto. El muchacho parecía aterrado, huía de una vieja casa abandonada. Se parecía a él. Demasiado. En el mismo momento en el que se percató de su extrema semejanza y de que era él mismo, el ‘otro yo’ de Allen era arrollado y destrozado por un camión de considerables proporciones.

Los trozos de carne ahora inertes resultantes del atropello provocaron un mareo en el joven que caía de culo, perplejo, sudoroso y confuso.

El paisaje cambió nuevamente, se transformó en una habitación de una casa aparentemente vieja, descuidada, sucia y maloliente.

Como antes, la esfera se encontraba a su lado pero con un nuevo texto inscrito:

– 00:17: 13
– ahora 3s cos4 tuya, ya n0 d3p3nd3 d3 m1…

Allen, aún más nervioso, dejó la esfera allí y empezó a correr. Buscando la salida de aquel lugar. El miedo se apoderó de él. Las sienes le temblaban y palpitaban, la cabeza le ardía, la garganta ahora seca le escocía y el cuerpo le pesaba toneladas. Las lágrimas que salían de sus ojos demostraban su desesperación. Corrió asustado buscando la puerta durante el largo tiempo que el miedo le quitó.

Ahora necesitaba a sus padres, tenía miedo; logró romper una de las ventanas de la casa y corrió hasta alcanzar la carretera, dejando atrás el abandonado hogar y el bar del barrio. Al otro lado de la calle pudo ver a un chico con el mismo uniforme de instituto al suyo. Cuando comenzó a cruzar la calle para dejar atrás a la bola negra y vio a pocos decímetros un camión que le parecía haberlo visto antes lo entendió todo. Había fallado!!.

La esfera tenía razón: ahora era cosa suya, pero no lo había logrado.

Posteriormente, murió como la bola le había indicado antes: arrollado por un camión.

En ese momento la bola volvió a reproducir unas nuevas palabras:

“vaya, – 00:00:00
– t3 has rajad0 al final, tío, no te coscast3 a ti3mpo. Buah… los humanos, ignorant3s… así os va. Bu3no otro mas para la lista.

Una lista de nombres y fotos aparecieron sobre la pantalla de la bola. Entre aquellos datos aparecían nombres. Uno de ellos decía: “Allen”.

-FIN-
Por David León de la Torre

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